El señor Cura, Pbro. Manuel Sandoval Álvarez, ha consagrado su parroquia
al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María el pasado viernes 12 de diciembre - la Parroquia del Inmaculado Corazón de María (Belén)-. La intención es poner en manos de Cristo
Rey del Universo y de su Santísima Madre a sus feligreses, para que queden consagrados y el Señor los tome como cosa suya y los proteja librándolos de los males que los aquejan.
¡Qué bueno sería que todos los fieles y
familias secundaran esta iniciativa y acordaran que ese mismo 12 de diciembre, en todos los Hogares se hiciera la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de
María!
Ante una situación
dolorosa
Nuestra Patria atraviesa por momentos muy difíciles, debido a la
corrupción generalizada, que ha llevado a la pobreza a la mitad de sus habitantes; debido también a la impunidad, con la complicidad de las Autoridades con el crimen organizado, que ha crecido en
forma alarmante, generando secuestros, extorsiones, desapariciones y asesinatos.
Semejante a estas masacres, que están a la vista, y en buena medida se
publican en los Medios de Comunicación, existe otra masacre silenciosa: la del aborto de miles de niños que son destrozados en el vientre de sus madres; crimen enorme que en algunos lugares hasta
está protegido por la Ley. Por otra parte, la familia es atacada sistemáticamente; a la niñez y a la juventud se les corrompe, y quiere hacerse del país otra Sodoma y Gomorra.
Una magnífica
oportunidad
El significado de la Consagración es poner en manos de Cristo a los
pueblos y su destino, y arrancarlos de las garras del Demonio, pues nuestra lucha, como dice San Pablo, “no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra
los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del Mal que habitan en el espacio” (Ef. 6,12).
En la situación en que se encuentra México, ¿quién puede salvarnos?; ¿será
el Gobierno, los Partidos políticos o el Poder Judicial y la Policía?… Si el corazón de los mexicanos no cambia, no cambiarán las estructuras de pecado. Sólo Dios puede cambiar nuestro corazón;
por eso, nuestra Fe nos hace preguntar y contestarnos con el Salmista: “Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el Cielo y la
Tierra” (Sal. 121,1).
La vida a partir de la
consagración
La consagración no es un acto que se realiza una sola vez. Con nuestra
vida la confirmamos y la renovamos día a día.
Junto a su Corazón, nuestro corazón vuelve a arder en el amor, se llena de
bondad y de amor, siente el anhelo de alcanzar la santidad y comienza a amar desinteresadamente. Solamente el Amor de Dios puede motivar al hombre para un amor desinteresado.
La consagración nos pone en dirección del amor al prójimo. Nuestro
apostolado es, en primer lugar, un apostolado de oración y sacrificio y de una vida cristiana ejemplar en el cumplimiento de los mandamientos Divinos y de los preceptos de la
Iglesia.
Rezaremos para que el Reino de Dios se acreciente en las almas. Para
este fin aceptaremos también renunciamientos y mortificaciones.
Principalmente llevaremos con entusiasmo nuestra cruz de cada día y
haremos así actos de reparación a los Sagrados Corazones de Jesús y de María por nuestros pecados y por los pecados de toda la humanidad.
NOTA: Recordemos que esta Consagración no es una fórmula mágica que nos va
proteger del mal o del sufrimiento. Consagrarnos a los Corazones de Jesús y de María es un acto de amor, de humildad y de sumisión donde nos comprometemos a cambiar nuestras actitudes, a cambiar
de vida, a reparar el daño que pudimos haber hecho y a dar un testimonio fiel de nuestra fe en Jesucristo.